Después los pajaritos estaban dentro de las jaulas y al sonar el silbato tenían que salir de la suya e ir a buscar otra en la que meterse.
A continuación nos imaginamos que el aro era un volante y nosotros los conductores del coche. Al oír el silbato teníamos que parar ya que significaba que el semáforo estaba en rojo.
Tras este juego continuamos experimentando libremente qué podemos y sabemos hacer con el aro: rodarlo, lanzarlo, la peonza, ...
Y, ya para terminar, los pusimos en fila y tuvimos que saltar por dentro con los pies bien juntos. Los que terminan esperan a que los demás lo hagan sentados en el escalón.
Nos lo pasamos tan bien... Que el tiempo nos pasa volando.
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